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Fitbook, más datos de un diagnóstico conocido. Chile está obeso

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En diversas ocasiones en mi Blog he analizado distintas estrategias aplicadas en distintos países tendientes a frenar la obesidad y hacer a la población más saludable. Una de las que sí da resultados, y que por lo mismo, ha sido utilizada en diversos estudios es llevar un diario de comidas[1].

En los últimos años he sido testigo como los diarios de comidas se han ido tecnologizando. Si antes los nutricionistas pedían a sus pacientes anotar todo en una hoja, hoy el soporte es Internet. Al clásico excell donde se detallaba lo ingerido durante el día quedó atrás. Ahora es posible encontrar plataformas que nos permiten ordenar dicha información.

Los hábitos relacionados con las compras de alimentos, las rutinas de ejercicio, el uso de medicación y en general el estilo de vida, complementan, de manera de facilitar la intervención de los especialistas en salud.

En nuestro país no son pocas las plataformas que están dando vueltas. Hace unos años conocí, por ejemplo, el sitio Aliméntate Sano que dirigía el director del Centro de Nutrición Molecular y Enfermedades Crónicas de la Universidad Católica[2], el doctor Federico Leighton (QEPD). Éste promueve la alimentación mediterránea y hace algún tiempo incorporó la citada herramienta.

El fitbook de ese sitio[3] nos invita a llenar un cuestionario que profundiza en nuestro tipo de alimentación, partir de lo cual nos entrega orientaciones para mejorar nuestra salud. Con estos datos el Centro en dos oportunidades ha revelado el Índice Aliméntate Sano que nos ha entregado pautas respecto a lo mal que vamos encaminados en cuanto a nutrición[4].

Hace pocos meses, el fitbook de Aliméntate Sano dio a luz a Mifitbook[5] que es la revisión para niños de la misma herramienta. Y como los menores son bastante más sinceros y entusiastas que los adultos, prendió de inmediato. En agosto de 2012 se lanzó Mifitbook y hoy cuenta con 31 mil usuarios (para tener una referencia, fitbook de los adultos posee 50 mil inscritos en los años que lleva funcionando).

El 5 de diciembre de 2012, se conocieron los primeros resultados de esta plataforma[6]. En base a las respuestas entregadas por casi 8 mil usuarios no mayores de 20 años, se pudo obtener un panorama general que habla de jóvenes que evitan las frutas, verduras, legumbres y productos integrales; y que por el contrario, privilegian la ingesta de alcohol y comida rápida junto con el sedentarismo y el tabaquismo[7].

Esta información si bien es cierto es relevante, es un ejercicio inicial que debe replicarse en diversas ocasiones. Dudo que en unos años más esta encuesta online refleje una situación distinta. Si las cosas siguen tal cual están, una política pública nutricional seguirá siendo un urgente anhelo. Nada sirve con tener numerosos datos emitidos de distintas fuentes si no se actúa sobre el diagnóstico.

Sabemos que Chile es un país obeso y que si no actuamos pronto, la población infantil y adolescente se transformará en diabética e hipertensa a una velocidad tal que podríamos ver morir a nuestros hijos. La situación es grave y por eso urgen las intervenciones. ¿Cuáles? Aprobar a la brevedad el reglamento que hará operativa la Ley Súper 8, fijando límites a los alimentos para ser considerados saludables; subvencionando la comida natural; elevando los impuestos a los productos altos en sal, azúcar y sal; incluyendo el ramo de educación saludable en los programas educacionales; mejorando la calidad y cantidad de la educación física en las escuelas, etc.

Eso en lo macro. En lo micro, en nuestra familia, se trata de comprar alimentos saludables; evitar lo industrial y preferir lo hecho en casa; enseñarles a los niños y adolescentes a cocinar, ir a la feria y leer las etiquetas cuando van al supermercado. Mientras no haya una política pública, la pelota está de nuestro lado.


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